Cuando la tía le
preguntó a Vera, qué es lo que habían charlado por teléfono con el tío, Vera le
dijo que el tío le había contado que fue de excursión a la selva con un grupo
de amigos, para buscar algunas especies de plantas exóticas que solo se podían encontrar
en lo más profundo de la selva. Estaban equipados con armas por los peligros
que había y llevaban unas grandes carpas para acampar en la oscura selva.
En la primera
noche estuvieron cantando sentados uno al lado del otro sobre un tronco de árbol
caído por las duras tormentas, comieron y tomaron mucha cerveza. Antes de ir a dormir apareció un
tigre y unos de los amigos del tío lo mató y otros dos amigos se quedaron
haciendo guarda toda la noche.
—Por suerte, a mi hermano no le pasó nada—dijo la tía
mientras abría sus ojos.
Vera continuó su
relato diciendo que a la mañana siguiente se levantaron y caminaron hacia un río cercano cuando
llegaron, se metieron al agua y nadaron mucho tiempo hasta que un cocodrilo
atacó a uno de sus amigos. Su tío salió rápidamente
del agua, tomó un arma y salvó a su amigo de morir triturado. La tía ya no decía
más nada, pero abría cada vez más los ojos y temblaba del susto.
Después de
descansar y recuperarse del feo momento que habían pasado ante los gigantes
cocodrilos, decidieron seguir su camino.
Después de mucho
andar, vieron una mano ensangrentada saliendo de la maleza y, del susto
corrieron espantados hasta la aldea más cercana.
Vera decidió no seguir
con su relato porque su tía salió corriendo de la habitación para contarle lo
que había pasado a su esposo, aterrada
por el mal momento que había vivido su hermano.